miércoles, 31 de agosto de 2016

Julio Flórez y la selva IV

Horas en la selva. 

Parte IV

Un largo hacinamiento de cenizas
cubre el cielo oriental; es como una
capa de plomo: ráfagas rojizas
bórranse en el azul. Viene la luna.

El blancor sonrosado de sus huellas
préndese a los picachos de las cumbres
y hay una vasta floración de estrellas
naufragando en los oros de sus lumbres.

Muy arriba, en el monte, ladra un perro;
retumba el mar abajo, muy abajo,
mientras la luna en célico derroche

alza su corvo alfanje sobre un cerro
y cortar al asomar, de un solo tajo,
la cetrina melena de la noche.




martes, 30 de agosto de 2016

Julio Florez y la selva. III

Horas en la selva.

Parte III

Es la tarde: vestida está de gala;
en su manto de púrpura se embosa,
y por el éter prístino resbala
como una reina en su triunfal carroza.

Maga de los colores, a su paso
tornasola y argenta la llanura;
abre pozos de sangre en el ocaso
y alza incendios de oro en la espesura.

Y en tanto que del lívido horizonte
llega el eco letal de una campana
que enuncia la oración, hay en el monte

un estremecimiento, es que desgrana
sus notas un cantar: es el sinsonte
que está diciendo al sol ¡hasta mañana!


lunes, 29 de agosto de 2016

Julio Florez y la selva II

Horas en la selva.

Parte II

Reverberea el calor; el sol abrasa
a través del azul. Arde la tierra;
ni ave ni nube por el cielo pasa;
ni insecto ni aura por los campos yerra.

Un olor penetrante a resinas
cubre la selva en invisibles ondas,
y suben de breñales y colinas
los revueltos efluvios de las frondas.

Y mientras en trémula maraña
las fieras se persiguen y se ayuntan,
se oye en el corazón de la montaña:

el eterno glo-glo de alguna fuente,
el chas chas de las hojas que se juntan
y el cantar de la tórtola doliente.




sábado, 27 de agosto de 2016

Julio Florez y la selva. I

Horas en la selva

Parte I

Con su clámide eterna de verdura
surge en la nebulosa lontananza
henchida de silencio la llanura
como una melancólica esperanza.

Triunfa el sol en el cielo. Hay un derroche
de júbilo en la gran naturaleza.
Dejó a su paso la enjoyada noche
un temblor diamantino en la maleza.

Canta un turpial. La selva entumecida
incienza y se reanima hacia el inerte
tronco entre su corteza carcomida.

¡Ay, quién pudiera contrariar su suerte!
¡Ser flor y perfumar toda la vida;
ser pájaro y trinar hasta la muerte!




miércoles, 24 de agosto de 2016

Julio en Usiacurí

En Usiacurí

Un inmenso arenal:dunas desiertas
álzanse allí, sinuosas a millares;
lo árboles sin nidos, sin cantares
con las hojas raquíticas y yertas.

Sólo las golondrinas sus alertas
dan al marcharse a sus antiguos lares,
lejos del sitio aquél, donde los mares
dejaron al azar sus conchas muertas.

Las brisas al pasar, su soplo débil
dan a una flor pequeña y delicada
que al suelo inclina su corola débil

y que suelo llamar " la flor de muerto" 
que se parece a ti, niña dorada,
flor de mi triste corazón desierto!

martes, 23 de agosto de 2016

Julio Florez

Estrellas

Alzo los ojos y asombrado miro
estrellas de los orbes fulgurantes,
cataratas eternas de zafiro,
gigantescos simunes de diamantes.

¿Cómo elevar hasta vuestro retiro
en estos melancólicos instantes
mis palabras de amor y mi suspiro
si estáis de mi tan lejos,tan distantes?

Torpe mi lengua en vano os interroga.
Mas en mudez interminable, estrellas:
con vosotras mi espíritu dialoga.

Ah! cómo envidio en estas noches bellas
a la luna que boga, y boga y boga,
como un gran cisne en pos de vuestras huellas:


sábado, 20 de agosto de 2016

Casa de Julio Flórez.

Usiacuri, departamento del Atlántico en Colombia.


Julio Flórez ( Chiquinquirá, 1867 - Usiacuri, 1923)
Julio Flórez vivió desde 1910 a 1923 en Usuacuri Atlántico,
 de sus viajes en barco a vapor por el río Magdalena salieron: A bordo del Barranquilla,
Tempestad en el Magdalena y Estrellas.


Tempestad en el Magdalena

Esta noche a soltado sus jaurías
el huracán. La selva cruje , el trueno
revienta en roncas salvas; las sombrías
ondas arrastran árboles y cieno.

Desgarrando la trágica negrura
que encrespona la bóveda celeste,
el sangriento relámpago empurpura
la majestad del panorama agreste.

La lluvia en cataratas se desploma;
del virgen monte asciende intenso aroma
de resinas, de tierra y de hojarasca.

Y entre la vasta orquestación del ruido,
retumba en las tinieblas el rugido
de un tigre, como un reto a la borrasca.






viernes, 19 de agosto de 2016

Julio Florez

A bordo del "Barranquilla"

El oro de la tarde se diluye
en la plata del río; cruza un ave
el ámbar vesperal, da un grito y huye ...
¡De qué? ¡De quién? ¡A dónde va?¡Quién sabe!

Cruje el barco. Refulge la candela
del sol sobre el verdor del monte bravo;
y el ave vuela, y vuela y vuela
hasta perderse de mi vista al cabo.

Y pensar que aquella ave en fuga loca,
tal vez dejando en apartada roca
su nido, huyó tras mentirosa huella.

Pienso en mi que doliente y aturdido,
me voy huyendo como el ave aquella,
dejando sólo en mi montaña el nido.

jueves, 18 de agosto de 2016

Silvio Villegas

La canción del caminante

El amor puede llegar a ser por sí mismo un sentimiento negativo.
Ninguna pasión necesita como esta un ritmo, una pausa, cierta sensatez, porque sino el paraíso se convierte en un infierno. Aquí se trata de la coexistencia de lo infinito con lo finito, del cosmos con nuestro propio ser.
(fragmento de La Canción del caminante) 

miércoles, 17 de agosto de 2016

Eduardo Carranza

SOLEDAD

Ay tigre, tigre mío
fiera insomne que muerde mis entrañas,
ay amor mío:
ojos de fiebre y vino
sorbiéndome, quemándome la sangre:
Déjame en paz ¡en paz!
¡Soledad, tigre mío!

martes, 16 de agosto de 2016

German Santamaria

MORIR ÚLTIMO

Mire, mijo, ahora antecitos que se pierda en el llano,
le quiero decir esto para que lo tenga muy encuenta: la
cosa no es ir sino volver. No es que se trate de sacarle el
juste o el cuerpo al compromiso. Desde mucho antes se 
sabía que algún día  tocaría ir. Pero eso sí, siempre hay
que tirar a que los otros pongan los muertos. Mientras
menos mueran de los nuestros mejor. No es miedo a la
muerte, sólo es querer que estén mas a la hora del
triunfo. Uno siempre debe procurar morir último.