En Usiacurí
álzanse allí, sinuosas a millares;
lo árboles sin nidos, sin cantares
con las hojas raquíticas y yertas.
Sólo las golondrinas sus alertas
dan al marcharse a sus antiguos lares,
lejos del sitio aquél, donde los mares
dejaron al azar sus conchas muertas.
Las brisas al pasar, su soplo débil
dan a una flor pequeña y delicada
que al suelo inclina su corola débil
y que suelo llamar " la flor de muerto"
que se parece a ti, niña dorada,
flor de mi triste corazón desierto!
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